Las muestras con las que se
trabaja en criminalística se pueden clasificar en dos tipos:
Muestras dubitadas o evidencias: son restos
biológicos de procedencia desconocida, es decir, no se sabe a quién pertenecen
(por ejemplo las muestras recogidas en la escena del delito o de un cadáver sin
identificar).
Los tipos de muestras dubitadas
más frecuentemente analizadas por técnicas genético moleculares son: sangre
(habitualmente en forma de mancha), semen (lavados vaginales o manchas sobre
prendas de la víctima), saliva (colillas de cigarrillo, chicles, sobres y
sellos), pelos, uñas, tejidos blandos, restos óseos y dentarios (estos últimos
relacionados fundamentalmente con la identificación de cadáveres).
Muestras indubitadas o de referencia: son
restos biológicos de procedencia conocida, es decir, se sabe a quién pertenecen
(por ejemplo la sangre tomada de un cadáver identificado, o las muestras
tomadas a familiares de un desaparecido). El tipo de muestras indubitadas más
habituales son sangre y saliva (frotis bucal).
Para la genética forense, son de
interés los denominados indicios biológicos que son los que contiene ADN, y por
ello se definen como “toda sustancia líquida o sólida que provenga directamente
del cuerpo humano o que haya estado en contacto con el mismo, y en cuya
superficie o interior pueda haber restos de células”.
Algunos ejemplos de indicios
biológicos obtenidos en la escena del crimen son: sangre, semen, pelos, saliva,
tejidos blandos, huesos y dientes, orinas, heces, sudor, etc. En cuanto a los
indicios no biológicos, algunos ejemplos son: fibras y tejidos, restos de
pólvora y material de disparos, restos de tierra, semillas, plantas y hierbas,
tinta pintura, madera, material de engrase, etc.
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